lunes, 17 de junio de 2013

De poemas impersonales. II

Como una semilla que ha caído
en un jardín repleto de amapolas.
Se sembró mi amor,
sin espacio para crecer.


Como un zorzal que para guarecerse
de la lluvia, se refugia en
las fauces del león
y se da a la vida.


Ay amor estúpido, busca cobijo
en casas llenas, donde ni el
corazón de un suspiro
encuentra cabida alguna.


Es la espuma brillante del cielo
testigo del silencio que gobierna
y su pezón blanco el ojo
sincero de la nostalgia.


Es entre el día y la noche,
el nido escuálido de mi amor.
¡Oh Virgilio! ven,
libéralo del limbo.

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