domingo, 23 de agosto de 2009

Aquella ventana.

Me senté, miré una pintura que había en una muralla. Era algo extraña, siempre era distinta, de partida había nada, era un agujero, no se de que profundidad, jajaja extrañamente recordé una pregunta curiosa:

“Si un hombre tarda 1 hora en hacer un agujero. ¿Cuánto tarda el mismo hombre en hacer medio agujero?”

Bueno creo que la respuesta no es necesaria.

Después de ver aquel agujero apareció un árbol, lo vi crecer, nutrirse, era la mejor pintura que vi en mi vida. Recuerdo que esa pintura dependía mucho de cómo era el ambiente a mi alrededor.

El marco empezó a envejecer más rápido que yo y el sillón juntos, la pintura parecía ser cada vez más hermosa, vi a mis hijos, a mis nietos parados sobre el árbol que yacía cansado sobre sus raíces ya agobiadas por el tiempo.

Cuando vi a mis hijos y nietos parados ahí, pensé que fuese un recuerdo, jajaja pero que loco porque jamás lo había vivido salvo ahora que se volverían recuerdos.

Debo ser sincero, nunca me gustaron los clichés de la fugacidad de la vida, los sueños, el Carpe diem, el amor y esas baratijas, pero se viene a mi memoria que en aquel viaje, si ese viaje que muy bien pueden hacer acto de fe, en mi bolsillo había un lápiz, no tenía tinta; no tenía papel, pero si mi camisa. La señora de mi lado me miraba desde el suelo de forma profunda, fría y perdida. Un líquido espeso brotaba desde su cuerpo, un fluido rojo de color carmesí con el cual escribí esto y lo último que me queda p…

“NOTA DEL BIOGRAFO: Lo que falta, fue imposible de recuperar, ya que el fallecido corrió con su mano las últimas líneas porque cayó sobre su carta”

1 comentario:

  1. viste weon, si esta la pura zorra, todos haciendose weas, tan mal estamos, tantas murallas tenemos?
    cuiate wom!

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